“La piel que vivo”
La película de cine cuyo título es “La piel que habito” me inspira para reflexionar sobre los beneficios del cuidado de la piel. Muchos significados se pueden atribuir a este título, por ejemplo, vivir nuestra piel como nuestra casa. Una casa limpia, luminosa, cuidada transmite armonía, calma y alegría, es una casa acogedora. Con un masaje cuido mi piel y la acaricio. Estimulo la ternura, el afecto, el cariño…Me siento a gusto.
Me lavo la cara, me hidrato la piel. Me siento aseada, atendida… Me veo guapa. Lo hago porque me gusta, porque me quiero, porque me apetece, porque ¡me sienta tan bien! Con este gesto elijo un espacio y un tiempo para mí, que son únicos. Es un espacio de intimidad al que le presto mi tiempo y me doy las gracias. Es el resultado de unos movimientos pausados que me relajan. Cuando miro al espejo veo una piel tersa, el reflejo de una actitud firme y atenta.
¿Cuál es nuestra tendencia ante dos actitudes opuestas con las que se comienza el día?, ¿Y cómo se termina? Observemos cómo nos hablamos ante el acto de vestir, peinar, maquillar…
Acción positiva Acción impositiva
Voy a maquillar-me Tengo que maquillarme
¡Qué bien, qué bella! ¡Uf, y me falta pintarme!
Voy a desmaquillar-me Tengo que quitarme la…
¡Uf Qué gusto!, Por fin Y todavía me falta…
De nuestra actitud depende que este hábito nos proporcione un tiempo enriquecedor y grato. A ese espacio y a ese tiempo le impregnamos de magia, con música serena, una fragancia fresca y ligera, con una vela que es luz y una planta que es vida. Estimulo el tacto, el oído, la vista, el olfato y el gusto por saborear este momento.
Cita «Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí»
Confucio