El número de hijos que componen una familia marca una diferencia entre las diversas familias, conocido es el dicho  de “uno no es ninguno”, se considera que los hijos únicos son niños generalmente mimados, las atenciones y cuidados son para la misma persona. Sin embargo es necesario reflexionar que es uno para cumplir las expectativas de sus progenitores, esos ideales   que los padres depositan en los hijos, demasiada tarea para uno solo cumplir el deseo del padre y también el de la madre.

El niño carece de esa complicidad que nace entre los hermanos por el hecho de compartir los mismos chascarrillos de sus educadores, los hermanos comparten el mismo código y comprenden lo que viene después de: Recoge tu cuarto… parece una leonera. Esto son lentejas…Mientras estés en mi casa…

El número de hijos por familia también es una cuestión de moda, aunque factores sociales, económicos y políticos son la clave para la composición familiar. Hubo una época en España, a partir de los años setenta, que se iba a por la “parejita” parecía que una vez que nacía un niño y después una niña, era lo ideal, aunque también era aceptable primero la niña y después ir a por el niño.

Para todos los miembros de la familia era misión cumplida. Y los abuelos orgullosos de sus hijos porque ya no necesitaban más hijos, ya tenían la parejita. Muchos problemas dieron “la parejita” hermanos bajo el mismo techo pero con actividades distintas, expectativas en función del género les hacía muy diferentes y en ocasiones chocaba con la idea de que los dos son iguales. ¿Por qué el puede y yo no?, ¿por qué a él le permitís y a mí no? , por qué siempre lo tengo que hacer yo.

Los dos por igual lleva a desencuentros y desacuerdos entre los hermanos, claro que esto también ocurre con dos hermanos o dos hermanas: “se llevan un año pero son muy diferentes”,  “el mayor se parece a mí y el pequeño a la familia de mi mujer”. Ser dos permite que cada uno de ellos pueda cumplir con la expectativa de cada uno de los progenitores, cada uno puede ser el favorito de uno de los dos. Las alianzas de los padres y las alianzas de los hijos pueden ser horizontales o bien verticales un progenitor y un hijo, el otro progenitor y el otro hijo.

Por último, la familia compuesta por los progenitores y tres hijos, tres varones, o bien tres hijas mujeres, dos chicos y una chica, dos chicas y un chico. Me imagino los tres como una balanza en equilibrio, como un triángulo equilátero, los tres constituyen una figura, una configuración, donde hay forma y fondo.

 

Uno no es ninguno, dos es la mitad y tres cuadrillita es  (Juliana Peces)