La palabra duelo deriva de dos acepciones del latín, duellum (combate o pelea) dolus (dolor). El  dolus (dolor) se define, según el Diccionario de Uso del Español actual La Clave, como conjunto de demostraciones que se hacen por la muerte de una persona. Desde la perspectiva psicológica el duelo es la reacción de una persona ante la pérdida, en este caso, me voy a centrar en  la pérdida  de un ser querido. El duelo es un proceso, es el período que transcurre desde que sucede el fallecimiento hasta que la persona puede adaptarse a la nueva situación. El duelo comporta un cambio que no se quiere hacer, aceptar el cambio, ya es un malestar. La sensación de pérdida sobrelleva tolerar un vacío. En el duelo el corazón se tiñe de oscuro, la mente es una amalgama de colores imprecisos, grises y difuminados. Se enlentece el movimiento, la mirada cae, la cabeza baja, los hombros se encogen. La boca calla, emite monosílabos y frases cortas sin tono. Se abre un paréntesis que muestra una pausa sin que hacer y un tiempo que transita sin detenerse. La emoción de la tristeza se enciende y el deseo se apaga. El cuerpo habla y transmite su dolor, un movimiento de retracción, de repliegue, de recogida hacia sí contrarrestan unos músculos rígidos que sostienen la tensión insoportable. El ánimo acompaña al cuerpo y se pliega, es un momento de introversión, de mirada interior, de silencio. En el tiempo del silencio, la tristeza adquiere vida, las imágenes son recuerdos  y las lágrimas alivian. A pesar del deseo de encerrarse, de aislarse,  a la puerta llaman personas, se comparten lágrimas, se agradece el gesto, se aprecia la compañía. A veces las visitas lloran porque por empatía sienten la vulnerabilidad, la fragilidad, el dolor inevitable.Todas las personas hemos pasado duelos. De la incorporación a las actividades de la vida diaria, de los paseos, de la compañía…renacen las pequeñas alegrías que otorgan al cuerpo un impulso para continuar, surgen las ganas de… La mente se aclara, el corazón devuelve esperanza y un día se vislumbra la luz, ya puede cuidarse y mirarse. Lo opaco se vuelve translúcido y se percibe el color, otro color, porque el después de, nunca será como el antes, será diferente, pero será y se podrá contar. Hay muchos tipos de duelo. Los traumáticos irrumpen de forma intempestiva, por ejemplo, la muerte de familiares y amigos bien por enfermedad repentina o accidente. Separaciones y divorcios dolorosos. Enfermedades severas, graves, moderadas.  Otros como la pérdida de empleo, en menor grado, pérdida de escalafón en un empleo. Cambio de situación familiar, social, la jubilación. Cambios de cuidad, de domicilio, de país. Existen estresores internos y externos, que invaden la vida de las personas. Si Imaginamos una casa asentada y la tierra tiembla, mueve los cimientos, daña las columnas, desplaza las tejas. Para reparar los desperfectos se requiere intervenir. Reconstruir la casa para que funcione, como antes. Volver al estado pasado, ya no es posible, ni mejor, ni peor, diferente, pero sí puede ser útil y acogedora, como antes. Hay tantos duelos, como personas en duelo, con características únicas, a la vez que el dolor es universal. El desencadenante del duelo y su resolución depende de infinitas  variables, por ello los duelos son intransferibles. La labor cívica es respetar, observar y practicar el silencio. Ayudar en lo fácil, que en esos momentos, es muy difícil. Hacer una compra de supermercado, un recado, una gestión, preparar un café, recoger una cocina si hay confianza, acompañar en un paseo. Marcar un día y una hora de visita, una vez a la semana durante un período, poco a poco preparar una actividad que guste. La tarea terapéutica: acompañar, acompasar, bailar al ritmo que nos marcan y entre ambos componer una melodía, donde el ayudado, paciente haga, si quiere,  la melodía suya para seguir danzando en el baile de la vida. Para comprender el proceso escuchamos y  entendemos la complejidad de  una personalidad en ese estado, por ello valoramos el estado físico, mental, emocional, relacional, social y espiritual. Con mucho respeto, pedimos permiso para que nos abra la puerta hasta donde quiera y, nos muestre los rincones de su casa para ayudarle a reconstruir. Los duelos afectan a la identidad, pilar de la personalidad. En el duelo se presentan diferentes momentos, algunos autores lo llaman fases, otros etapas, otros dimensiones. Importa conocer bien, en qué momento del proceso está, saber cuáles son las emociones, si son adecuadas a ese momento y porqué necesita esa emoción y no otra en ese momento, aunque la literatura diga otra cosa.  Las etapas del duelo no son consecutivas, se solapan muchas veces y tampoco hay un promedio de tiempo para resolver, es tan individual como la individualidad de cada uno. Me siento muy agradecida con los pacientes en duelo, que con tanto pudor, abren su corazón y comparten su dolor. El tiempo y el cambio son variables que permanecen en nuestra vida. Poco a poco nos despedimos de una etapa para acoger la siguiente.  Crecer es el camino de los sucesivos desprendimientos.